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Con la selección del candidato del Centro Democrático, queda relativamente claro el panorama electoral del 2022.

 ASTROLABIO # 129 / VIE 26 NOVIEMBRE 2021

En síntesis, habrá cuatro tendencias que, en su conjunto, configuran el clásico espectro ideológico universal.

Una, a la izquierda, liderada por Petro.  Otra, de centro-izquierda, con Fajardo.  La de centro-derecha, con Char.  Y la de derecha, con Zuluaga.

La de izquierda no tiene problemas a la vista y en marzo ungirá a su candidato con bombos y platillos.

El objetivo estratégico es claro : llegar al poder directamente en la primera vuelta.

La de centro izquierda, en cambio, se ha diluido y no parece muy fortalecida.

Tendrá cada vez más problemas internos y sus posibilidades de llegar a la segunda vuelta palidecen.

En la práctica, y si hay segunda vuelta, es un voto que terminará, mayoritariamente, en el caudal de Petro o, en su defecto, en la más pura y simple abstención.

El centro-derecha, por su parte, tiende a fortalecerse de modo similar a la tendencia de izquierda.

El desencanto producido por el gobierno de Iván Duque ha propiciado que se forme esta corriente autónoma y completamente alejada del uribismo.

Por otra parte, la indiferencia electoral de Vargas Lleras ha dejado en manos de Alejandro Char la maquinaria completa de Cambio Radical.

Eso significa que esta tendencia gozará de los beneficios del voto de opinión, de un poderoso aparato partidista y, como si fuera poco, de una visión prosistémica renovada.

En suma, una corriente autóctona, capaz de captar al votante que antes solo se concebía inmerso en el ya inexistente eslogan de “el que diga Uribe”.

Finalmente, la tendencia más liada es la uribista, la de derecha propiamente dicha.

Primero, porque el liderazgo carismático y patriarcal del propio Uribe exhibe serias dificultades.

Sus problemas ante la justicia, y el hecho de que por primera vez en este siglo no se encuentre en liza electoral, debilitan todo esfuerzo.

Segundo, y más importante aún, el balance del gobierno de Iván Duque constituye un fardo excesivamente pesado del que ningún candidato del partido podrá liberarse, por muy distante que quiera aparecer.

Y tercero, porque, precisamente por lo anterior, Duque se ha convertido en el perfecto jefe de debate de Gustavo Petro, quien, así, consolida muellemente su perfil alternativo sin tener que mover un solo dedo.

De hecho, la situación del Centro Democrático es tan dramática que la única posibilidad de sobrevivir estribaría en que su candidatura fuese admitida por el centro-derecha en la consulta interna prevista para marzo.

Pero, ¿ por qué Char, Barguil, Peñalosa, Toro, Gutiérrez, o John Milton Rodríguez, tan electoralmente poderosos como son, contaminarían su consulta asociándola -directa o indirectamente- a Iván Duque ?

Más aún, ¿ por qué tendrían que admitir que, en caso de que perdiera la consulta, el candidato del Centro Democrático tuviera asegurada la Vicepresidencia ?

¿ Solo por el temor a que esa división de la derecha podría facilitarle a Petro la victoria automática en primera vuelta ?

Aunque, a simple vista, esta razón podría ser atractiva para algunos sectores, lo cierto es que no resulta del todo convincente, sobre todo si se tiene en cuenta el mencionado músculo electoral de los integrantes del “Equipo Colombia”.

En consecuencia, lo más probable es que, a pesar de la magnífica y sobresaliente figura de Zuluaga, muchos uribistas terminen alejándose del Centro Democrático y participen directamente en la consulta del centro-derecha en marzo, fortaleciendo esa candidatura en grado sumo.

De tal modo, y por pura inercia política, la candidatura del CD se vería ante una delicada disyuntiva : seguir adelante hacia la hecatombe asegurada, o plegarse -con algunas promesas de participación burocrática- a la coalición robustecida del “Equipo”.

Por ende, lo más probable es que haya balotaje y que en la segunda se enfrenten Petro y Char.

Este escenario, poco deseable para una izquierda que hubiese preferido como contendiente al heredero del desgastado oficialismo, haría sumamente interesante la contienda electoral del año entrante.

Y, en cualquier caso, le asegurará al país una férrea y contundente oposición que, en principio, es el mejor signo del que puede preciarse todo sistema político genuinamente democrático.

 

vicentetorrijos.com