🌐 ASTROLABIO # 266 - VIERNES, 19 DE JULIO DEL 2024
Tales limitaciones no surgieron el 27 de junio, en la noche del desastroso debate por televisión.
Se originaron hace dos o tres años y se fueron haciendo cada vez más graves y delicadas.
Eso significa que todos los demócratas las conocían, pero se negaban a reconocerlas, por una sencilla razón.
La crisis de dispersión y confrontación al interior del partido Demócrata es de antología.
Solo Biden, a pesar de lo abstraído, permisivo y errabundo podía mantener un cierto clima de unidad en medio de tanta banalidad y desafuero.
Y solo él podía hacerlo porque más allá de ideologías y su desempeño en el poder, ha sido siempre un caballero.
Un funcionario probo, un buen padre de familia, un correligionario leal.
De hecho, algunos actores de poca credibilidad artística han llegado a sostener que Biden « salvó a la democracia en el año 2020 ».
Solo que, a renglón seguido y sin el menor rubor, le han pedido que « vuelva a salvarla ahora … renunciando a la candidatura ».
Personajes que hace solo un mes ( y no uno o dos años atrás ), ayudaban a recaudar millones de dólares para el candidato, ahora le piden que se suicide políticamente.
En vez de haber presentado una alternativa confiable mucho antes de las plenarias, ellos querían mantener el status quo tanto en la Casa Blanca como en el partido para seguir gozando del engranaje de influencias y privilegios que las limitaciones funcionales de Biden venían prodigándoles.
Así que nada les cuesta mantener reuniones entre cuatro o cinco miembros del aparato partidista y llegar a la conclusión de que es necesario pedirle la renuncia.
En una actitud que es típica de todo burócrata pelafustán, corren a exigirle a Biden que se flagele, que se cuelgue la lápida, que redacte su epitafio y que le haga caso a Tsumemoto para practicarse el seppuku, el harakiri.
Por eso es comprensible que su esposa y el verdadero círculo familiar más estrecho lo apoyen para que con toda dignidad y orgullo se sostenga en la carrera hasta noviembre.
Por eso, el círculo de poder político más representativo, el de los Clinton y los Obama, también lo secundan para que no ceda al chantaje intrapartidista.
Y por eso mismo, millones de auténticos militantes que no depredan la institucionalidad mantienen intacta su confianza en él.
Así que, independientemente de quién se salga con la suya, lo importante es que la cultura política norteamericana no sea mancillada una vez más.
Y que la consideración, el respeto, las normas y la dignidad se pongan por encima del oportunismo y las veleidades propias de los personajillos fugaces acostumbrados a las mieles del poder y a holgazanear en él.
vicentetorrijos.com