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Campesinos del Guaviare protestan en la Plaza de Bolívar contra la violencia en sus territorios

¿Qué medidas concretas debería tomar el Gobierno nacional para frenar la violencia en los territorios rurales?

Este lunes, campesinos provenientes del Guaviare, Huila y Cauca han llegado a la Plaza de Bolívar en Bogotá en una movilización que busca llamar la atención del Gobierno nacional sobre la escalada de violencia en sus territorios. Desde esta madrugada, cerca de 200 campesinos han acampado en el centro de la capital, exigiendo respuestas concretas ante la falta de garantías de seguridad en sus comunidades. La protesta se suma a una serie de movilizaciones recientes, incluyendo la presencia de comunidades indígenas en el Parque Nacional, lo que ha generado preocupación en el Distrito ante la creciente llegada de grupos que buscan soluciones a sus problemáticas en la capital.

El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, ha expresado su inquietud por la situación, señalando que semana tras semana la ciudad debe destinar recursos para atender las necesidades de los manifestantes. “La falta de solución del Gobierno nacional a más problemáticas regionales está trayendo nuevas problemáticas a la ciudad, por lo que es necesario que el Gobierno agilice las soluciones”, expresó el alcalde Galán.

Los campesinos han manifestado que la violencia en sus territorios ha alcanzado niveles insostenibles, con enfrentamientos entre grupos armados, desplazamientos forzados y amenazas constantes a líderes comunitarios. La llegada de más delegaciones desde otras regiones del país se espera en las próximas horas, lo que podría aumentar la presión sobre el Gobierno para que tome medidas urgentes.

https://twitter.com/GobiernoBTA/status/1921913483492196610

Este tipo de movilizaciones refleja una realidad compleja: mientras el Gobierno enfrenta múltiples crisis en distintas regiones, Bogotá se ha convertido en un epicentro de reclamos sociales. La capital, aunque no es el origen de los conflictos, se ve obligada a responder a las demandas de comunidades que buscan visibilizar sus problemas.

Este escenario deja al descubierto una situación difícil de resolver: por un lado, el Estado, que debería en principio garantizar seguridad y estabilidad en las regiones, no ha logrado contener la violencia, lo que obliga a las comunidades a buscar soluciones mucho más allá de sus tierras. En un escenario donde es imposible ignorar la legitimidad de sus reclamos, su derecho a exigir condiciones dignas y a ser escuchados.

Por otro, la concentración de protestas en Bogotá demuestra que la capital ha asumido un papel que no le corresponde, convirtiéndose en el epicentro de demandas que requieren respuestas estructurales y no paliativas. La pregunta que queda abierta no es solo si el Gobierno nacional tomará medidas urgentes, sino si podrá hacerlo antes de que la desesperación de estas comunidades las obligue a regresar una y otra vez a la capital, buscando lo que aún no encuentran en sus territorios.


Juan Joya