Bucaramanga salvó un punto en el Montanini: ¿pesó la ausencia de Fabián Sambueza?

Con suspenso, Bucaramanga sacó un empate en casa ante Fortaleza y retomó el liderato del grupo.

Más con pundonor, fuerza y resiliencia, Bucaramanga logró un empate que, en algún punto del partido, parecía embolatado y que seguramente no estaba en los planes. El partido se dispuso de manera muy diferente a lo proyectado: a Bucaramanga le tocó remar desde muy temprano, sufrir la ausencia de un jugador que demostró ser irremplazable en el equipo, como Fabián Sambueza, y buscar insistentemente cómo hacerle daño a un Fortaleza que hizo un partido correcto y defensivamente muy denso.

Tras la victoria en el Cilindro, el Américo Montanini solo albergaba ilusión y esperanza de que, por primera vez, Bucaramanga le ganara a un equipo brasileño. Aprovechando la localía, se esperaba dar un paso importante hacia la otra fase. Sin embargo, una vez más, la Copa Libertadores demuestra por qué es tan difícil: no hay partido fácil, cada juego es una disputa, y ningún rival regala nada. Anoche, el mismo Fortaleza que llevaba seis partidos sin ganar, que anímicamente estaba caído, complicó el partido a Bucaramanga y estuvo cerca de llevárselo. Un gol temprano de Deiverson cambió por completo el rumbo del encuentro. Fortaleza, con un 4-4-2 muy ordenado, no dio ventajas. Físicamente entregado, cerró todos los espacios al Leopardo: por fuera ensanchó el terreno de juego y por dentro fue robusto y eficaz. Renunció completamente a la posesión del balón y al ataque, pero se defendió bien ante un Bucaramanga sin ideas, terriblemente impreciso y que sufrió durante todo el juego por deficiencias propias.

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Bucaramanga es Sambueza-dependiente

Anoche, el Leopardo jugó por primera vez con la adversidad del marcador, el peor escenario posible, y más aún cuando su creador estaba fuera de competencia. Frente a un equipo replegado y tirado atrás, a Bucaramanga le faltaron ideas, versatilidad y claridad para hacerle daño al conjunto brasileño. A medida que avanzaba el reloj, el desespero y la impotencia se apoderaban de cada jugador, que buscaba resolver solo, entregaba mal o perdía duelos. Diezmado y sin un hilo conductor (Sambueza), Bucaramanga seguramente vivió el partido más discreto de la Copa. Pero eso también hace parte de la competencia, porque no todos los encuentros son iguales. Finalmente, el marcador fue benévolo con el Leopardo, pues en los minutos finales encontró un gol y tuvo una opción clarísima para haberlo ganado. De manera increíble, Kevin Londoño la dilapidó debajo del arco.

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El empate pone en lo más alto al Leopardo del grupo

Después de un importante desgaste de ambos equipos —uno que corrió detrás de la pelota, marcó y cerró; y otro que se cansó de chocar, intentar y buscar—, al minuto 88 llegó la opción más esperada por el Américo Montanini: la pena máxima cometida a Aldair Gutiérrez. El cobro, a cargo de Luciano Pons, en primera instancia no fue señalado como gol debido a un picabarra dudoso. Segundos después, y ya con la segunda jugada finalizada, el árbitro lo validó, desatando la algarabía en el estadio, que lo celebró como una victoria. El empate sabe a mucho, dadas las condiciones del partido, y le permite a Bucaramanga llegar a cinco unidades y terminar la primera vuelta del grupo como líder de la zona.

Ahora, el equipo de Leonel buscará levantar cabeza y replantear qué pasa en casa, donde le cuesta ganar, ha cedido puntos importantes y apenas ha sacado dos de seis posibles. El próximo 6 de mayo tendrá un duelo directo por el liderato: el colíder Racing lo visita en el último partido en el Américo Montanini por la fase de grupos.

Alexander Cortes