Pero si esto es cierto, no es tan solo por culpa de Washington sino por la de aquellos regímenes de derecha, como el del propio Bolsonaro, o Iván Duque, que con su ineficiencia estructural condujeron a la izquierda al poder.
Y, como si esto fuera poco, tal vez su razonamiento también falla cuando pone bajo la misma categoría autoritaria y catastrófica a todos los gobiernos de izquierda, tan solo por ser de izquierda.
Me explico. Y vamos por partes.
Es cierto que Washington ha cometido por lo menos tres errores estratégicos que han perforado su red global de alianzas y han estimulado la desconfianza en el tejido liberal global.
Primero, haber abandonado a los afganos en manos de los talibanes tirando por la borda 20 años de esfuerzo unificado.
Segundo, no haber hecho en febrero el esfuerzo disuasivo esencial para que Moscú no invadiera a Ucrania, con lo cual, se hubiera evitado tener que estar enviando ahora -cuando ya casi todo está perdido- miles de millones de dólares a saco roto, y eso sin contar con la millonada que tendrán que gastar en la reconstrucción del trozo de país que Putin finalmente les permita controlar.
Y tercero, haber mantenido unas relaciones frías y distantes en el hemisferio ( como pudo verse en la Cumbre de las Américas ) desperdiciando así el momento histórico para haber emprendido una Ruta de Prosperidad, empleando muchos menos recursos de los que hoy se esfuman en Ucrania.
A su vez, los gobiernos de derecha no contribuyeron en nada para robustecer el sistema liberal.
Se ampararon en la pandemia para justificar su inoperancia y alimentar las expectativas de cambio.
Cambio que no todo puede leerse en clave totalitaria.
Es cierto que hay unos regímenes gemelos del Kremlin, como Cuba, Nicaragua y Venezuela, que se guían por los mismos parámetros autocráticos.
Pero otros, como el de Chile, o México, son cualitativamente distintos y con ellos es posible mantener viva la llama de la libertad.
En tal sentido, todavía es demasiado pronto para juzgar si Petro conducirá a Colombia hacia el desfiladero o si mantendrá la línea dialógica que ha exhibido con la designación de algunos ministros garantistas.
En resumen, ni EEUU estará aislado y desolado, ni los gobiernos de izquierda son todos igualmente autocráticos, ‘per se’.
Con sensatez y cordura, siempre habrá tiempo para que Washington reoriente el flujo de sus recursos estimulando el aparato productivo en América Latina.
Pero, sobre todo, aún hay tiempo para que los gobiernos socialdemócratas sepan reencontrar y blindar el sendero de las libertades públicas e individuales en el hemisferio.
vicentetorrijos.com