Según la UNICEF y la OMS, es recomendable iniciar la lactancia materna en la hora posterior al nacimiento del bebé y exclusiva durante los seis primeros meses de vida, sin incluir ningún otro alimento, no obstante, la alimentación con leche materna debe continuar hasta terminar el primer año de vida y más adelante, si la madre así lo desea, hasta los 2 años de vida.
¿Por qué es importante la lactancia materna en la primera hora de vida?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) 2012 recomienda: “inicio temprano de la lactancia materna"; permitiendo que el recién nacido reciba la primera leche, conocida como calostro, que aporta factores protectores y favorecen el sistema inmunológico en los bebés, brindándole protección frente a las infecciones; además previene la hipotermia en los recién nacidos (temperatura por debajo de 36 grados) y favorece un mayor apego entre la madre y su bebé.
Estudios en recién nacidos a término muestran que durante las dos primeras horas de vida existe un “período sensible” óptimo para el inicio de la lactancia materna, haciendo uso del olfato y de los reflejos de búsqueda y succión, que representan una oportunidad excelente para el desarrollo de adecuadas conductas de apego y vínculo entre madre y recién nacido, incrementando además la confianza en las madres para el cuidado y crianza de sus hijos.
Hay que tener en cuenta que, si no hay inicio temprano de la lactancia, el recién nacido puede presentar hipoglicemia neonatal (bajos niveles de glucosa en sangre, por debajo de 50 mg /dl de sangre), que conlleva también a la deficiente termorregulación en el bebé; la falta de agua y de glucosa de la leche materna pueden llevar a los bebés a una deshidratación, a un inadecuado funcionamiento renal y a una pérdida de más del 10% del peso al nacer, con consecuencias no deseadas para la salud de los bebés.
La OPS, Organización Panamericana de la Salud, documenta que la lactancia materna en la primera hora de vida reduce en casi 20% el riesgo de muerte súbita en el primer mes de vida.
Por esto, hay que entender que la lactancia materna ofrece una sólida línea de defensa contra todas las formas de malnutrición infantil, como desnutrición y obesidad. A su vez, brinda protección inmediata, así como estimulación del sistema inmunológico.
“La lactancia materna también se puede considerar como la primera vacuna de los bebés, ya que les protege contra muchas enfermedades comunes de la infancia que pueden llevar a la muerte”, explicó Janeth Moreno, enfermera profesional y experta de Johnson´s® Baby.
Rutina para el momento de la lactancia:
La profesional de la salud señala que, con base en la experiencia, las mamás pueden establecer una rutina que consiste en despertar a su bebé y ofrecerle el pecho durante el día, cada 2 horas si el bebé es bajo de peso (menor de 2.500 gramos) y cada 2 horas y media si es un bebé mayor de 2.500 gramos. En la noche la rutina o dinámica cambia y la madre puede dejar dormir hasta tres horas seguidas y despertarlo para alimentarlo nuevamente, lo que favorece los patrones de alimentación, ganancia de peso, sueño en el bebé y descanso materno.
No obstante, la OMS, refiere que la lactancia materna debe ofrecerse a libre demanda, amamantando al bebé cada 2 o 3 horas como mínimo; si el bebé no se despierta con esta frecuencia debe despertarse y asegurarse de amamantarlo el tiempo suficiente para ablandar y desocupar los senos, al menos entre 15 y 20 minutos por pecho.
Tips para amamantar de manera correcta:
Lo más importante es que mamá y bebé estén cómodos, donde la madre pueda descansar sus brazos, codos y piernas; con una base firme dónde recostar su espalda y apoyo de cojines y elegir la posición clásica de cuna o la posición de sandía, para los casos de nacimiento por cesárea.
En la posición de cuna, el recién nacido debe estar inclinado a 45 grados, cabeza reposando en el pliegue interno del codo, abdomen del bebé contra al abdomen de la madre y la cabeza alineada con el tronco.
La posición de sandía también está indicada para las madres con senos grandes o bebés pequeños o madres con parto gemelar. Se debe sostener al bebé boca arriba con un brazo y debajo del mismo un cojín, con la palma de la mano del mismo brazo sujetar la cabeza del bebé; mientras que el abdomen del bebé está frente al abdomen de la mamá, la boca frente al pecho y las piernas del bebé deben quedar bajo el brazo de mamá; al mismo tiempo, la mano contraria sostiene el seno en forma de C, para llevar el pezón y areola completa a la boca del bebé [7].
Es importante resaltar que en algunas ocasiones las madres pueden presentar congestión mamaria, por esta razón es necesario realizar masajes suaves, circulares y profundos con la yema de los dedos, de la periferia del seno hacia el pezón, para soltar acúmulos de leche dentro de la glándula materna y favorecer la eyección de la leche, gracias a la succión del bebé.
También es recomendable utilizar compresas de agua tibia antes de empezar a amamantar y entre sesiones de lactancia compresas de agua fría, envolviendo la compresa en una toalla suave para evitar lesiones en la piel. Desocupar completamente los senos a través de la succión del bebé o extrayendo manualmente la leche, ayudará a evitar la congestión mamaria.
Finalmente, Janeth Moreno enfermera profesional y experta de Johnson´s® Baby, explica sobre los casos en los que una mamá no puede amamantar a su bebé, asegurando que, después de realizarse un adecuado diagnóstico para identificar la causa por la cuál la madre no puede, el pediatra determinará cuál fórmula para recién nacido será la adecuada según la necesidad de cada bebé en específico.
En cambio, si la dificultad para amamantar es transitoria, la madre podrá extraer manualmente la leche materna y guardarla en frascos de vidrio, (previamente esterilizados durante 20 minutos en agua hirviendo), en la nevera durante 12 horas o en el congelador durante 15 días, para ser administrada al bebé, con cuchara o copita.
Así mismo, hace énfasis en el uso de los biberones y las pezoneras, asegurando que en los recién nacidos amamantados es mejor evitar el chupete durante los primeros días de vida y no desaconsejar cuando la lactancia materna está bien establecida, habitualmente a partir del mes de vida, edad en la que comienza el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante.
Igualmente indica que las pezoneras son de gran ayuda cuando el pezón es muy pequeño, plano o invertido, lo que ocasiona que los bebés experimenten dificultades a la hora de comer, o cuando por mal agarre del bebé se han producido grietas o lesiones dolorosas en el pezón.