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Básicamente, Gustavo Petro ha llegado al poder por cinco razones y se dedicará a tres grandes cuestiones.

 ASTROLABIO # 159/ VIE 24 JUNIO 2022

Primero que todo, venció porque con la desastrosa valoración en las encuestas, Iván Duque se convirtió en su verdadero jefe de debate y le tendió la alfombra roja hacia el palacio por cuenta de la frustración, el inconformismo y la abominación que generó.

De hecho, todo lo que se veía asociado de uno u otro modo al gobierno saliente estaba automáticamente condenado al fracaso.

Segundo, porque Petro logró unificar a la izquierda después de veinte años tejiendo la red de un movimiento-coalición disciplinado, sólido, cautivo y religiosamente contestatario.

Tercero, porque se dejó guiar por un aparato de manejo de imagen éticamente desabrochado, pero altamente capacitado, que convirtió al pendenciero exguerrillero chavista en un dirigente abierto e incluyente, liberándolo del fardo del miedo que le había impuesto el uribismo.

Cuarto, porque los adversarios que tuvo en primera y segunda vuelta fueron muy valiosos pero improvisados y repentinos, a tal punto que Gutiérrez quedó atrapado como el uribista continuista y, en la práctica, Hernández ya ha pasado a buen retiro.

Y quinto, porque se las ingenió para anexar a su colectivo a las élites santistas, siempre bajo la premisa de que un proceso revolucionario solo llega al poder cuando rompe la unidad de las élites o cuando logra el apoyo de un bloque de ellas después de que se han fracturado mutuamente.

Llegados a este punto, puede afirmarse que Petro se dedicará a tres cuestiones.

La primera, será demostrar que la izquierda -por fin en el poder-, hace la diferencia frente a los sectores paquidérmicos de la derecha y, principalmente, frente a las propias tendencias  socialistas despóticas y chafarotas.

Eso significa que habrá muchos actos de osadía populista pero, tras haber aprendido  las lecciones del marxismo en el vecindario, procurará no caer en el adanismo ni tendrá por qué replicar el sultanismo de Ortega y de Maduro.

Segundo, atraerá a los rusos y a los chinos pero sin afectar la alianza estratégica con Washington, sobre todo, porque su apoyo simbólico a Biden cuando derrotó a Trump, estrechó los vínculos entre el Pacto Histórico y los sectores más a la izquierda del partido Demócrata.

Y tercero, refundará la izquierda en el hemisferio, tan huérfana de liderazgo como está y tan dependiente como todavía se encuentra de la lucha armada, las asonadas, el crimen organizado y la ineficiencia jactanciosa.

Petro puede hacerlo.  Otra cosa es que se apoltrone en el poder y se dedique a la obesidad administrativa y a la lujuriosa toma de decisiones caracterizada por las banalidades de la vida palaciega.

 

vicentetorrijos.com