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Avanzando hacia una tierra prometida

Todos nosotros llegamos a este mundo a ser parte de un viaje del que no tenemos ni idea de cuánto tiempo durará ni bajo qué condiciones nos tocará vivir; si pudiéramos hacer una comparación, es como si nos hubieran puesto en un bus lleno de pasajeros, donde no conocemos a nadie, no hay nadie por saludar porque no sabemos quiénes son y peor aún, no sabemos cuál es la estación donde nos debemos bajar.  

Hipotéticamente, podríamos bajarnos donde quisiéramos, cualquier estación está bien; el problema es que esto no depende de nosotros, hay que esperar el momento específico, donde una voz anuncia que la próxima estación es nuestra bajada. No conocemos esa voz, pero nos suena familiar, nos da tranquilidad, nos produce paz y la necesidad de avanzar. 

Una vez que comenzamos el transitar de este mundo nos damos cuenta que nos podemos desenvolver bien en él. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué nos espera en este viaje? ¿Cuál debe ser la actitud y la conducta que debemos llevar en este viaje? Todas estas respuestas las estaremos encontrando en el camino, aunque para ser claro, hay muchos que nunca van a encontrar estas respuestas, no porque no las hallen, sino más bien porque nunca las quisieron resolver. 

Fuimos puestos en este mundo como peregrinos, no sabemos qué tan largo puede ser el camino; lo importante es avanzar, por delante nuestro tenemos una tierra prometida, esto lo podemos ver claramente en el manual de la vida, de igual manera como pasó con el pueblo de Israel. Esta peregrinación es un claro reflejo de lo que hoy nosotros podemos estar viviendo, y quiero poner en contexto esta realidad: 

  1. En el comienzo de este viaje nos vamos a encontrar una vida sin propósito ni rumbo, Israel tuvo la experiencia de surgir como pueblo estando en Egipto, es allí donde Dios coloca a un mensajero llamado Moisés para llevarlos a entender que Él les ofrecía una tierra prometida y deseable, y para poder llegar a ella debían peregrinar en un desierto necesario para su formación. 
  2. Ellos encontraron un propósito de vida mientras obedecían y avanzaban de la mano de Dios. No podemos encontrar esto si nos quedamos quietos y no salimos de la comodidad que nos ofrece este mundo.  
  3. Aunque nos sintamos cómodos, esto no necesariamente significa que todo esté bien; el mundo actual nos ofrece todo lo necesario para no querer avanzar hacia una tierra prometida, por lo tanto, hará todo lo necesario para amarrarnos a Él. 
  4. El llamado que Dios nos hace es a avanzar, entendiendo que tenemos que pasar por muchos procesos para poder madurar. 
  5. Solo la mano poderosa de Dios nos puede rescatar de la oscuridad que podamos estar viviendo hoy; como lo vivió su pueblo cuando les hizo cruzar el Mar Rojo para darles la salvación y llevarlos a tener esperanza en las cosas que vendrían.  
  1.  No existe tierra prometida sin desierto. Es necesario dejarnos formar por Dios en este peregrinaje que actualmente estamos viviendo. Dios debe sacar del corazón todos los lastres que quedaron de un pasado lejos de Él.  
  2. No existe un mejor lugar para conocer a Dios que el desierto, es allí donde nos damos cuenta que debemos depender completamente de Él para poder salir victoriosos, ya que es justo el lugar donde encontramos a un Dios que es capaz de proveer cuando los cielos están cerrados. 
  3. El desierto es necesario para aquel que dice amar a Dios. “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.” Oseas 2:14 RVR1960. Todos los hombres de fe tuvieron que transitarlo, entre ellos el mismo Jesús, esto nos muestra que por más que lo intentemos, no lo podemos evadir. 
  4. El desierto es la catapulta que nos puede llevar hacia la tierra prometida, o también puede ser el cementerio donde voy a ser enterrado por no entender los planes y propósitos de Dios.  
  5. En el desierto experimentamos la suficiencia de Dios, es allí donde sabemos que la abundancia nos hace daño, especialmente cuando la buscamos en el lugar menos indicado para hacerlo y entendemos que debemos aprender a vivir del Dios todo suficiente. Una muestra de esto es el maná, la provisión del cielo que tenía como base dar una semilla que sirvió para proveerles el pan de cada día al pueblo de Israel; no se podía guardar este pan para el día siguiente, ya que se podría o dañaba. 

Una vez que conocemos el rigor de este peregrinar en el desierto, nos adentramos para experimentar la tierra de la promesa, este es el lugar donde experimentamos la vida abundante de la cual nos habla el Manual de la Vida, aquí encontramos el cumplimiento de todas las promesas que Dios nos ha dado y a la vez entenderemos que Dios no miente, que todo lo que nos ha dicho es real.  

Tal vez para algunos todo esto sea una locura y lo estamos relacionando a los lugares donde el pueblo de Israel estuvo; más bien yo les invito a que entendamos que esta es una peregrinación donde las estaciones son aquellos momentos necesarios que debemos experimentar para conocer a Dios en los momentos definitivos de nuestra vida. 

Libro recomendado para esta semana: LA TEOTERAPIA DEL AGUA VIVA Y EL TEOTERAPISTA del doctor Néstor Chamorro. 

Evento: El 27 de junio estoy saliendo para Israel en una peregrinación denominada: VOLVIENDO EL PRIMER AMOR, con 58 peregrinos de diferentes partes de Colombia y del Mundo.

Mi invitación es a que tome la decisión de subir con nosotros en las diferentes peregrinaciones de este año, escríbame a ministroc@gmail.com y le daré toda la información necesaria o me escribe al chat: 3116687452. Dios los bendiga.

Escrito por: Gustavo Ríos