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Una guerra compleja como la de Israel contra Hamás puede servir para decirse muchas verdades, o mentiras -como se prefiera-, y obrar en consecuencia.

🌐 ASTROLABIO # 230 - VIERNES, 10 DE NOVIEMBRE DEL 2023

 

Israel puede decir que ha emprendido una guerra en toda regla y que tardará meses hasta borrar a Hamás, pero que no cejará hasta lograrlo.  

Sin embargo, muchos factores podrían restarle aliento y quedarse a medio camino en el intento.

Asimismo, Israel puede sostener que si Hezbolá decide abrir un segundo frente de guerra, en la frontera norte, ese grupo armado organizado estaría cayendo en el peor error de su vida porque también resultará diezmado.

No obstante, muchos factores podrían conjugarse para relativizar ese propósito y Jerusalén podría terminar evadiendo aquello que estaría obligado a hacer.

Del mismo modo, Israel puede aseverar que detrás de todo el horror que ha padecido se encuentra Irán, como verdadero culpable, porque son los persas quienes promueven, patrocinan, prohijan, alientan y estimulan el terrorismo antisemita y antioccidental.

Con todo, muchos factores podrían confabular para dulcificar las evidencias y evitar que los esfuerzos estratégicos de Tel Aviv se orienten a desmantelar las capacidades ofensivas de Teherán.

En resumen, este es un momento histórico muy distinto al de Yom Kippur, cuando Golda Meir se lo dijo sin titubear a Henry Kissinger, quien, sabiéndose maestro de maestros, terminó asimilando sabiamente la lección : Israel no cederá, a pesar de que eso se traduzca en un reto a la Unión Soviética.

Por supuesto, hoy puede aspirarse a que, en beneficio de la causa decisiva, Beniamin Netanyahu honrará la memoria de su hermano, Jonathan, y que por lo tanto, hará lo que toda gran potencia militar tiene que hacer en un momento crucial como este, del que depende no solo el ordenamiento estratégico en el Medio Oriente.

Pero muchos factores podrían concurrir para que Jerusalén se amilanara, se contuviera, se cohibiera, se inhibiera, y se replegara.

En definitiva, este es un mundo muy diferente al de Golda Meir, al de Moshe Dayan, o al de Ariel Sharon.

Ellos sabían lo que tenían que hacer, y lo hicieron, sin parpadear, sin miramientos, sin remilgos, sin dejarse presionar, y sin caer en compromisos.

Presiones y constreñimientos que, generalmente, provienen de los pusilánimes que manipulan con creces eso que, a partir de ahora, llamaremos ‘Síndrome del Falso Alzheimer’.

Se trata de aquel montaje consistente en hacerle creer a la comunidad internacional que un gobernante no es dueño de sus actos, precisamente para que, enternecida, esa comunidad internacional le absuelva de la responsabilidad del entreguismo y la evitación frente a las amenazas existenciales, es decir, aquellas que son culpables de la decadencia occidental.

Un síndrome que conduce a la pasividad, al quietismo y a la indefensión inducida, aquella en la que una gran potencia se declara a sí misma como víctima propiciatoria y pregona el apaciguamiento, con el único fin de evitar enfrentarse y resolver los problemas de raíz, sin procrastinaciones estratégicas.

En resumen, sin el menor asomo de apocamiento, gimoteo y debilidad.

vicentetorrijos.com