Uno de los retos más grandes que tienen las naciones del mundo es el de contener el avance de un enemigo que amenaza no solo a la especie humana sino a cualquier forma de vida en el planeta tierra: el calentamiento global. Si bien es cierto que las dinámicas de producción han llevado al hombre a registrar grandes avances industriales a lo largo de la historia, es innegable que en el camino han quedado secuelas ambientales que desde hace años advierten sobre un porvenir no muy optimista.
Científicos y expertos coinciden en que la producción de plástico tiene una incidencia directa en las cuestiones ambientales, puesto que las características de tal producto tienden a no ser amigables con la madre tierra.
No podemos negar esa realidad. Pero tampoco podemos negar que los avances tecnológicos, sobre los que estamos plenamente informados, han permitido que la industria del plástico migre a procesos más sostenibles, basando su producción en mecanismos ecológicos.
La Cámara Ambiental del Plástico hoy puede darle la cara al país y asegurar que la producción de plástico tiene, desde el momento cero, sus ojos puestos en la sostenibilidad ambiental, sin dejar de lado los beneficios sociales que genera la industria en uno de los momentos más coyunturales para la economía nacional.
Sabemos que sustituir el plástico –y, peor aún: prohibirlo- solo traería más problemas ambientales, pues no existe otra alternativa productiva que asegure la contención total del calentamiento global a partir de la fabricación de envases y otros elementos de consumo cotidiano.
“Estamos fabricando con un alto porcentaje de minerales, como el carbonato de calcio que lo hace más natural, al igual que con porcentajes importantes de materias primas recicladas, reduciendo el consumo de materias primas vírgenes y adicionalmente fabricándolos con aditivos biodegradables”, expone Andrés Botero Arbeláez, Director Ejecutivo de la Cámara Ambiental del Plástico.
Botero, quien lleva años trabajando el tema del plástico y su relación con el medio ambiente, ha insistido en que el aumento de gases de efecto invernadero se da principalmente por “la quema de combustibles fósiles, por la deforestación de selvas y bosques, por el excesivo uso de fertilizantes, por la alta producción de residuos donde existe una generación excesiva que compartimos; y consideramos que el plástico debe ser valorado como cualquier otro material usado y reutilizado varias veces para aminorar aún más su huella de carbono”, añade.
El mensaje de la CAP es claro: salvar el planeta y la biodiversidad es responsabilidad no solo de las industrias productivas, sino de todos los consumidores en general.
“Colombia tiene que pensar en un sistema alimentario que sea sostenible, donde la agricultura y la ganadería no compitan con el medio ambiente. Si verdaderamente queremos ayudar al medio ambiente, debemos reciclar, reutilizar, consumir de forma responsable. Que todos los productos que lleguen a nuestras manos sean de plástico, papel, cartón, aluminio o vidrio”, expone Botero.
La CAP sabe y entiende que quienes quieren lograr que el plástico se prohíba están desconociendo factores que realmente inciden de forma trágica en el calentamiento global. No es prohibiendo el plástico sino promoviendo la cultura del reciclaje cómo los ciudadanos de Colombia y el mundo podrán tener un mundo más limpio.
“Antes de prohibir el plástico pensemos si el sustituto es verdaderamente mejor y más ecológico, o si por el contrario es volver al pasado, por donde ya transitó la civilización y por donde no debemos volver a transitar”, concluyó Botero.