Las otras Farc, las del partido político que acaba de cambiar de nombre son residuales.
En pocas palabras, Márquez y Santrich son la esencia misma de una organización político militar de alta complejidad.
Fueron ellos los verdaderos conductores y protagonistas de los negociados de La Habana.
Y son ellos los que, después de esa fase, en la que se cumplió el objetivo discursivo-institucional de insertarse en la Constitución y ser reconocidos por el Consejo de Seguridad de la ONU, le dan continuidad a la lucha armada.
Una lucha armada de alta complejidad porque perfeccionan cada día más su naturaleza reticular, es decir, la de ser una ‘red de redes’.
Como tal, la fortaleza de las Farc no reside en el control de uno u otro negocio ilegal, ni de uno u otro territorio.
Reside en su versatilidad estratégica multifactorial ( VEM ) : movilidad, emprendimiento, fluidez discursiva, simbiosis, telecontrol y transnacionalismo.
Todo esto significa que el país sabe lo que son, qué buscan, dónde están y en qué se fundan sus logros ( alcances y límites ).
En resumen, el desafío estratégico no está en las drogas, ni en la minería ilegal.
Está en un concepto que sintetiza la complejidad de los 25 factores de inestabilidad que asedian al país. Ese concepto no es otro que la versatilidad estratégica.
Y ofrecer millones de dólares de recompensa por los cabecillas no basta. Tomarles fotos, tampoco.
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vicentetorrijos.com