Ya afianzado en su cargo por enésima vez, el ministro de Defensa de la dictadura chavista, Vladimir Padrino, ha practicado una severa limpieza de la oficialidad.
Y lo ha hecho, claro está, para depurar ideológicamente a la Fuerza Armada y garantizar así la absoluta fidelidad y lealtad al régimen.
De tal modo, se facilitará por completo el proceso electoral parlamentario, programado para diciembre.
A tales comicios no acudirán los seguidores de Juan Guaidó.
Y no lo harán porque suponen, con fundadas razones, que habrá fraude. Un nuevo fraude.
Como sea, lo que puede darse por descontado es que Maduro se apoderará de la Asamblea Nacional, única institución que aún opera bajo el control legítimo de los opositores.
En otras palabras, el dictador ya no necesitará a la Constituyente, ese órgano ad hoc del que hasta ahora se ha valido para legislar, dando así la apariencia de respetar criterios y trámites legales.
O sea, que con pandemia o sin pandemia, el proyecto totalitario se perfeccionará por completo a partir de diciembre, de tal modo que sería lícito pensar que, en el fondo, la era neochavista comienza, realmente, el 1 de enero del 2021, verdadero ‘año cero’ de la revolución actualizada.
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Vicente Torrijos es profesor de asuntos estratégicos en la Escuela Superior de Guerra.
vicentetorrijos.com