Así se lo hicieron saber al débil, pero legítimo presidente, Juan Guaidó.
Y la respuesta no pudo ser más explícita y contundente : les agradecemos mucho, pero no.
Semejante reacción está absolutamente justificada.
A lo largo del 2019, e incluso desde antes, los noruegos hicieron todo lo que saben para aproximar a los adversarios, es decir, a la dictadura y a la presidencia legítima.
Durante extenuantes jornadas en República Dominicana, los enviados de Guaidó trataron de lograr una idea muy simple : elecciones presidenciales libres y limpias.
Pero, obviamente, el régimen jamás accedió. Lo que hizo fue dilatar los diálogos, deliberadamente, tan solo para sembrar ante el mundo la sensación de que ha sido y sigue siendo un gobierno abierto a la reconciliación y fervoroso defensor de los parámetros democráticos.
Pero lo peor de todo es que como sucedió en ocasiones anteriores, cuando el expresidente español Zapatero hizo lo mismo, los noruegos ampararon esa dilación y arroparon a Maduro en semejantes maniobras de manipulación mediática y política.
Dicho de otro modo, prolongando unos diálogos estériles, estaban legitimando el despotismo.
En consecuencia, ¿ qué credibilidad pueden tener ahora ?
¿ Cómo pueden pensar que Guaidó les va a alimentar su “ego mediador” del que viven haciendo gala a diestra y siniestra ?
¿ Cómo pueden esperar una respuesta positiva cuando, en realidad, solo muestran un sesgo ideológico socialistoide que, de diálogo en diálogo, solo sirve para mantener al despotismo indefinidamente en el poder ?
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Vicente Torrijos es profesor de asuntos estratégicos en la Escuela Superior de Guerra.
vicentetorrijos.com