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Tal vez, un cardenal como Pierbattista Pizzaballa es el que necesita la Iglesia Católica en este instante.

🌐 ASTROLABIO # 307 - VIERNES, 2 DE MAYO DEL 2025

 

No parece muy dado al carisma populista, pero, seguramente, sus atributos estarán presentes en la reflexión de los cardenales, previas al momento de encontrarse bajo llave.

Lejos de una tendencia rupturista, la conducta del patriarca latino de Jerusalén estaría animada por aquella motivación del Papa misericordioso : « Todos Hermanos » [ Fratelli Tutti ].  

Y si el sello pastoral de Francisco fue « La Alegría del Evangelio » [ Evangelii Gaudium ], y su identidad reposó en la misericordia, Pizzaballa podría ser identificado por ‘el tesoro de la reconciliación’ bajo el signo identitario de la ‘potencia transformadora de la mediación’.

Al observar con todo cuidado el perfil de Pizzaballa, se pueden apreciar contribuciones medulares a la cadena de valor : si se quiere honrar la tradición y es hora de pensar en un italiano, él ha hecho casi toda su carrera en Israel y Palestina, pero es lombardo hasta el tuétano.

No es un impulsivo progresista, pero tampoco es un cáustico retardatario porque, ante todo, es un gestor de conflictos, curtido por su convivencia en Medio Oriente.

Tampoco es un gerontócrata centrípeta que haya vivido enclaustrado en el Vaticano : solo tiene 60 años.

Es un maestro de la diplomacia, pero es uno de los tan solo seis que no han egresado de la Academia ( diplomática ) Pontificia.

Lo erigió Francisco, pero no hacía parte de su íntimo primer anillo : es, ante todo, un misionero.

No ha caído en polémicas doctrinales polarizantes, o excluyentes, y tampoco se ha dejado arrastrar por las tentaciones lisonjeras.

Y, como si fuera poco, nunca se ha visto inmerso en las aguas turbias de los tres grandes y más frecuentes males : ( a ) el de la simonía, esto es, la compra o venta de beneficios espirituales pero, sobre todo, temporales, es decir, las prebendas eclesiásticas ( de todo tipo ).

( b ) La colusión, esa conducta obsesiva tan generalizada tanto en el mundo burocrático como en el académico consistente en tejer pactos, en muchas ocasiones motivados por odios ideológicos, para dañar a un tercero, y 

( c ) la concusión, esos cobros que ejecuta un dignatario en provecho propio y que llevan aceleradamente a la asociación para delinquir, un fenómeno multifrontal que la Iglesia podría investigar más exhaustivamente y que estaría presentándose en sus autodenominados colegios de élite, para poner apenas un ejemplo.

En definitiva, Pierbattista Pizzaballa sería ese líder austero, metódico y certero para navegar en aguas turbulentas sin caer en las garras ni de Escila, ni de Caribdis, o sea, sin verse obligado a elegir el mal menor.

Eso significa que tendría que orientar su pontificado a modo de lo que llamamos diplomacia ‘ad intra et ad extra’ ( hacia dentro y hacia fuera ) pues requiere resolver los conflictos intestinos de la Iglesia e intervenir, al mismo tiempo, en la mediación de controversias complejas, guerras, agresiones, o complots.

https://collegeofcardinalsreport.com/cardinals/pierbattista-pizzaballa/

vicentetorrijos.com