Siempre soñamos con el éxito en todos los frentes de nuestra vida. Y es claro que todo el tiempo el ser humano se la pasa pensando en cómo alcanzar sus sueños. Y mientras transcurren los segundos medita en la dicotomía si es el individuo quien logra el éxito y la prosperidad o es el destino el que se encarga de dotarlo de los mejores resultados en todos los campos en los que se desenvuelve una persona.
Es por ello que también ha existido el debate si uno nace o se hace en lo que uno quiere triunfar. Hay personas que incursionan en muchas actividades y en todas tienen buenos resultados pero también hay otras que por donde meten la cabeza no les va bien. Llegan a pensar que son de mala suerte.
Por experiencia propia y por los ejemplos de N número de casos en el mundo sé que el éxito es producto de tener claro que quiero para mi vida y por lo tanto iniciar un trabajo en el que cada día cada paso que la persona dé en su vida, debe estar dirigido a conquistar el objetivo que se trazó.
Para hablar de la ley de la Siembra y la Cosecha debo manifestar que los que triunfan han sembrado trabajo, dedicación, disciplina y perseverancia de manera que en sus mentes siempre estuvo el cultivar el mismo pensamiento. Para respaldar lo dicho me quiero apoyar en el pasaje bíblico que dice que “Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia”. Bajo esa afirmación Dios nos dice que el diligente y el que se esfuerza cosecha.
Permítanme citar el caso mío por ejemplo. Soy un periodista porque siempre fue para mí una obsesión. Recuerdo que no tenía las características ni las condiciones que me permitieran hacerlo realidad en un corto plazo. No me gustaba leer absolutamente nada, no tenía buena ortografía pero sabía que quería ser periodista. Inicialmente comentarista deportivo. Y así es todo en la vida. Debo sembrar amor para recoger amor. En el libro de la vida hay otro pasaje que me muestra la magnitud de esta ley que no falla y es que con la vara que mides serás medido, y que debo procurar en lo posible no hacerle a nadie lo que no quiero que me hagan a mí. Siento que como sociedad nos falta mucho.
Estamos listos para criticar, para linchar socialmente y a veces físicamente a los demás pero se nos olvida que todos, en algún nivel, fallamos, nos equivocamos. Hay estudios hoy que muestran que muchos creen que los que se equivocan son los demás pero yo no.
Hoy por hoy las redes sociales muestran un alto nivel de odio, de agresión, que no debería ser. Siempre creemos que somos capaces de hacerlo mejor que los demás. Nos sentimos con licencia para crucificar a todo el mundo. Olvidando una máxima de Jesús cuando afirma que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Permítame plantearle un interrogante. Y ud qué quiere cosechar?, qué está sembrando?. Es urgente que seamos un agente de cambio. Amar, perdonar, ser solidario, no decir mentiras ni fomentar el chisme. Siempre estamos pensando que son los demás los que tienen que cambiar. Sembremos más amabilidad para cosechar mejores relaciones. Más trabajo con amor. Vamos la milla extra.