Desde este lunes, el gobierno alemán informó que iniciará un control temporal de todas sus fronteras terrestres con el objetivo de frenar la migración irregular, a pesar de la oposición de los países vecinos y en medio de críticas sobre la medida, que supone un fuerte revés al espacio Schengen de libre circulación.
Los controles policiales comenzaron en las fronteras con Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca en la mañana del lunes, y se prevé que se mantengan durante seis meses. Desde el año pasado, Alemania ya había implementado controles en sus fronteras con Polonia, la República Checa, Austria y Suiza.
Según el socialdemócrata Olaf Scholz, el gobierno de coalición del canciller ha establecido estos controles fronterizos como parte de un esfuerzo por limitar la inmigración irregular, tras recientes ataques extremistas y los buenos resultados de la ultraderecha en dos elecciones estatales en el este del país.
“La migración irregular no es lo que queremos”, afirmó, y señaló que de las 300,000 personas que llegaron el año pasado a Alemania, solo una parte tenía derecho a protección. “Desafortunadamente, no podemos confiar completamente en que todos nuestros vecinos hagan las cosas como deberían”, enfatizó.
Tres personas murieron el mes pasado en un ataque con arma blanca atribuido a un solicitante de asilo sirio en Solingen. El sospechoso dijo haberse inspirado en el grupo Estado Islámico. En junio, un ataque con cuchillo atribuido a un inmigrante afgano dejó a un policía muerto y otros cuatro heridos.
Con los controles, Alemania quiere “reducir aún más la migración irregular, detener a los contrabandistas, detener a los delincuentes e identificar y detener a los islamistas en una etapa temprana”, afirmó este domingo la ministra del Interior, Nancy Faeser.
“Seguimos actuando en estrecha coordinación con nuestros países vecinos. También queremos garantizar que los controles afecten lo menos posible a las personas en las regiones fronterizas, a los viajeros, al comercio y a la economía”, aseguró.
Alemania sostiene que los controles fronterizos con Polonia, la República Checa, Austria y Suiza, vigentes desde octubre de 2023, han demostrado su efectividad, permitiendo rechazar a más de 30,000 personas que intentaron ingresar ilegalmente al país desde esa fecha.
Sin embargo, estos controles ahora ponen a prueba la cohesión europea, ya que algunos los consideran un retroceso en la zona de libre circulación de personas de la Unión Europea, conocida como Schengen. La libertad de los ciudadanos europeos para cruzar fronteras sin restricciones, tanto por motivos laborales como de ocio, es uno de los beneficios más valorados de la UE.
El primer ministro griego, el conservador Kyriakos Mitsotakis, señaló que la cuestión migratoria no se puede resolver con la “abolición unilateral” del acuerdo de Schengen, en referencia a la reciente decisión del gobierno alemán de reinstaurar controles fronterizos terrestres con sus países vecinos.
Por su parte, en Hungría, el primer ministro Viktor Orbán, conocido por su postura contraria a la inmigración, aplaudió la decisión germana, pero el ministro de Gobernación, Gergely Gulyás, afirmó que Alemania ha destruido la zona de Schengen, primero en 2015, cuando permitió la entrada masiva de refugiados, y ahora con los nuevos controles fronterizos.
La Comisión Europea por ahora solo ha recordado que el Código de Fronteras Schengen permite a los Estados miembros introducir controles fronterizos en situaciones de amenaza, siempre que se considere “necesario y proporcionado”. Pero también indica que los controles fronterizos deben aplicarse como último recurso en situaciones excepcionales y deben ser limitados en el tiempo.
Paola Martínez Burgos