La ingenuidad, inexperiencia y la falta de eficacia terminaron eliminando a Colombia, que fue más que Países Bajos.
Se terminó el sueño mundialista. Este domingo, la selección no pudo en el Pascual, que tuvo la mejor asistencia del certamen y la tercera más alta en toda la historia de un campeonato del mundo de la categoría. 37.382 aficionados llegaron al máximo escenario de los vallecaucanos para presenciar un juego que esta vez no fue justo con Colombia, pero sí coherente con el rendimiento de la selección a lo largo del Mundial.
La gran tarde de Karla Torres no alcanzó. La selección tuvo más de 24 remates, 7 al arco y reiteradas opciones de gol para definir el compromiso y evitar la tanda de penales. Serie en la que se expuso la juventud de una camada de jugadoras en formación, con mucho talento, pero poca experiencia. En los tres cobros ejecutados por Colombia, la portera Liefting de Países Bajos se hizo inmensa y terminó con el sueño mundialista de las anfitrionas.
“Ahora hay que levantar a estas muchachas que están muy golpeadas por lo que pasó. Me siento orgulloso de lo que hicieron las jugadoras hoy y lo que hicieron durante este Mundial. Colombia se va invicta, nos sacan en los penaltis y yo creo que acá hay jugadoras importantes para el proceso que sigue: Sub-20 y la selección de mayores”, agregó Carlos Paniagua, entrenador de la Selección Colombia.
Más allá de las cuatro victorias, los 397 minutos sin recibir gol y la multitud apoyando en las graderías, la selección cae por argumentos futbolísticos, como la falta de definición de Linda Caicedo, la ingenuidad de la zaga defensiva que no habla para ponerse de acuerdo y despejar una pelota. Desde el análisis colectivo, ayer ante las holandesas se perdió la pelota y el fútbol aéreo, dos factores vitales para consumar una victoria que se tuvo en dos ocasiones. Pero sin duda, el mayor error fue la falta de madurez de muchas de ellas. Quienes se “creyeron el cuento” perdieron el foco y la humildad. Cada una buscaba ser protagonista y tener su momento, anteponiéndose al trabajo colectivo y a sus compañeras. Eso se reflejó en el terreno de juego, donde cada quien buscaba definir y hacer la jugada propia. Además, se reconfirmó en las concentraciones y arribos a los estadios, donde la gente que les hizo sentir el cariño partido tras partido no recibía ese mismo afecto por parte de las jugadoras, que se negaban a tomarse fotos y compartir con los aficionados.
Invictas, como lo resaltó el profesor Carlos Paniagua, pero con muchos vacíos e intermitencias, así fue la participación de un equipo que culmina su tercera participación en un campeonato del mundo de la categoría, siendo por segunda vez eliminados en la misma instancia. Dejan una presentación que se tiñe un poco gris y se torna en fracaso, teniendo en cuenta que este grupo ha tenido muchos microciclos, que se le dio continuidad a un proceso desde hace dos años y que, como valor agregado, eran locales.
Alexander Cortés