En el Informativo Digital Colmundo, conversamos con Yessika Hoyos Morales, presidenta del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (Cajar), quienes, en conjunto con la Universidad Pedagógica de Bogotá y la Universidad de Antioquia en Medellín, realizarán unos foros sobre determinantes comerciales de la salud en Colombia.
“Estos foros, que contarán con la participación de reconocidos expertos internacionales, buscan profundizar en el análisis de cómo las prácticas comerciales impactan la salud pública y explorar enfoques emergentes para contrarrestar sus efectos negativos”, aseguran desde Cajar en su comunicado.
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El objetivo de estos foros es informar a los ciudadanos en qué consisten los determinantes comerciales de la salud, ya que, de acuerdo con las investigaciones realizadas por la revista científica The Lancet, “se ha establecido que hay algunos determinantes sociales y culturales, que encontramos incluso en la vida diaria, que pueden afectar nuestro derecho a la salud”.
“Por ejemplo, en los ambientes escolares, sobre todo donde se pasa la mitad del tiempo, nuestros niños y niñas tienen acceso muchas veces a ultraprocesados y bebidas azucaradas, pero no a comida real. Y esto está causando que nuestros niños y niñas cada vez más sufran enfermedades no transmisibles, que hoy son consideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia, una pandemia que estamos viviendo”, explicó la abogada.
Sobre si dentro del foro se evaluará el efecto que hayan tenido o posibles alternativas para mejorar los hábitos alimenticios, la jurista indica que esa es una de las recomendaciones de la OMS. “Una de las medidas que evaluamos como positiva es el etiquetado frontal de advertencia, porque es lo que le permite saber al consumidor si lo que va a comprar es alto en azúcar, alto en grasas trans, alto en sodio, que puede afectar su salud”, añadió.
En palabras de Hoyos, se han percatado de que estos determinantes comerciales están afectando el derecho a la salud y, además, hacen que el problema no sea visible. “Es decir, incluso hemos cambiado nuestra dieta; se nos ha impuesto una dieta corporativa y esto ya lo hemos normalizado tanto que no somos conscientes de qué estamos comiendo, qué estamos desayunando, por ejemplo. Es importante hacernos la pregunta: ¿qué estamos almorzando? ¿qué estamos tomando cuando nos da sed?”.
Teniendo presente lo anterior, la experta destaca que es muy importante la responsabilidad del Estado, que debe crear políticas públicas que favorezcan a los consumidores, pero también es importante que las industrias, que saben más que nadie lo que están produciendo y que están haciendo daño a la población, tomen la responsabilidad de sus actos.
Por otro lado, actualmente existe un punto significativo sobre cómo algunas empresas de bebidas azucaradas multinacionales se quieren apropiar de fuentes de agua, incluso sacrificando el beneficio de la comunidad y privando a largo plazo de ese derecho al líquido vital. Sobre esto, Hoyos Morales manifestó que en el país se están haciendo algunas denuncias.
“Esto está presentando muchos problemas porque hay comunidades enteras que incluso se ven afectadas al tener acceso al agua, porque estas industrias están gastando el agua potable para la producción de bebidas azucaradas y de otros productos que terminan enfermando”, apuntó.
Frente a estas situaciones, subraya que es de suma importancia la regulación de lo que se está concesionando a estas industrias, porque se están apropiando del agua de fuentes hídricas y es vital que el agua sea la prioridad para la ciudadanía “y no para industrias que incluso producen productos que terminan enfermando a la población”.
Como mensaje final, la presidenta de Cajar expresó que Colombia es un país biodiverso que permite que se tenga comida real y, además, eso hace que se apoye a los campesinos, y se debe apostar por eso.
Lo anterior es a raíz de la investigación que hizo el medio Vorágine, que señala que el 2 de febrero del presente año, los residentes de la vereda Buenos Aires Bajo pidieron la recuperación de la quebrada Santa Catalina, que alimenta su acueducto.
Esto se debe a que la planta embotelladora Manantial de Coca-Cola, ubicada en la vecina vereda Santa Helena, continúa operando sin interrupciones y extrayendo grandes cantidades de agua. “Con una concesión que le permite extraer 3,23 litros por segundo, la planta puede captar hasta 279.000 litros diarios, lo que equivale a 101,8 millones de litros al año”. Sin embargo, a pesar de la crisis hídrica local, Coca-Cola sigue con su operación y no ha proporcionado compensación adecuada a la comunidad afectada.
Dayineth Molina Velásquez