Lautaro Martínez aprovechó un error defensivo y acabó con el sueño de la Selección Colombia.
La tricolor dejó todo sobre la gramilla del Hard Rock Stadium, con la ilusión de destronar al vigente campeón y darle al país el segundo título de la historia. Sin embargo, la presión, la intensidad y el buen juego no fueron suficientes; se impuso la jerarquía y el buen presente reciente. Colombia se quedó a puertas de ser nuevamente el mejor del continente como ocurrió en 2001.
Con la ausencia sensible de Daniel Muñoz, Colombia salió con el tradicional 4-2-3-1. La principal novedad fue Santiago Arias por el carril izquierdo, mientras Argentina jugó con 9 jugadores de la nómina titular que salió campeona del Mundial de Qatar 2022. Un Messi rezagado debido a las molestias físicas, pero respaldado por jugadores de personalidad y talla mundial como Rodrigo de Paul, Cuti Romero y Enzo Fernández.
El inicio del partido fue mejor para la tricolor que encontró por el costado lateral derecho salida con Santiago Arias. El bogotano constantemente pasaba al ataque, ejerciendo desdobles efectivos y siendo el jugador clave por afuera que mantenía a Tagliafico en zona defensiva y generaba estragos. Un palo de Jhon Córdoba y un remate de Carlos Cuesta denotaban que Colombia ganaba confianza y se acercaba a la portería de Dibu Martínez.
Intensidad sin pelota, presión y orden táctico hacían ver a una Colombia competitiva, que aunque jugaba en terreno contrario, le costaba generar porque Argentina, con sus baches, mantenía la esencia del equipo que salió campeón del mundo hace dos años. Fuerte en los duelos, ordenado y decidido para pasar al ataque. Poco pudo hacer un hombre que en partidos anteriores fue clave: Jhon Córdoba tuvo en la nuca todo el juego a Cuti Romero, que lo limitó y le impidió voltearse; Lucho pecó de ansiedad y James Rodríguez no fue preciso en la pelota quieta, que había sido una de las fortalezas de la tricolor a lo largo del certamen.
Después de un primer tiempo parejo y físicamente muy exigente, la segunda mitad empezó a quebrantar al combinado tricolor. El equipo basculó y Argentina aprovechó para inclinar la cancha, jugando a la espalda de los laterales con pelotas al vacío. Ángel Di María, Mac Allister y posteriormente Lo Celso lastimaban a Colombia cada vez que jugaban en largo. Messi tuvo que abandonar el terreno de juego por lesión e ingresó Nicolás González, quien le dio equilibrio al equipo. Posicionado en la primera línea de volantes, rindió en ambas facetas, le dio un segundo aire a los interiores de Argentina y el equipo se vio más comprometido tácticamente. Terminó Argentina mejor el juego, mientras Colombia, fundido, aguantaba las arremetidas, pensando en bascular para afrontar la prórroga.
El estratega de la tricolor, Néstor Lorenzo, en conferencia de prensa habló con respecto al tema y aunque no lo toma como excusa, recalcó la desventaja con la que llegó la tricolor a la final. “Yo siempre digo que cuando las reglas son para todos no hay ventaja, pero sí pido que haya coherencia. Nosotros empezamos cuatro días más tarde que Argentina y jugamos los mismos partidos en cuatro días menos. Y nos tocó ir al oeste y a la zona más cálida, pero el camino fue hermoso”, agregó.
Para el tiempo extra, ingresaron jugadores experimentados y cancheros en la albiceleste como Nicolás Otamendi, Leandro Paredes y Lautaro Martínez, quienes le dieron aún más protagonismo con la pelota a un equipo que no deja nada al azar y que posicionalmente se fue acoplando cada vez mejor. Por Colombia ingresaron Castaño, Quintero y Mateus Uribe, quienes poco aportaron y desnaturalizaron un poco al equipo; no entraron en la sintonía del juego y una desconcentración al minuto 115 fue suficiente para que Lautaro Martínez aprovechara un error en la salida de Colombia. Un pase a primera intención desnudo el mal y lento regreso de la zaga defensiva de la tricolor; a la espalda de Cuesta quedó Martínez de frente a la portería de Camilo Vargas.
Los 5 minutos restantes fueron de trámite. Colombia, con un desgaste importante y un golpe anímico tras la anotación, no tuvo herramientas para responder a una Argentina que manejó el resultado y se quedó con la décima sexta Copa América de su historia, superando por una a Uruguay.
Colombia perdió la oportunidad de ganar nuevamente la Copa América y el invicto de 28 juegos, pero se rescata el tiempo de trabajo, el consolidar una base competitiva para lo que viene. La selección se reencontró con su idiosincrasia y recuperó el espíritu competitivo, ganó experiencia y seguramente jerarquía para afrontar futuros partidos de alta exigencia ante las mejores selecciones del mundo.
Alexander Cortés