“¡amor no te olvides de pagar la factura!”, “se acabó el mercado, ¿Cuándo vamos al supermercado?”,
“¿Quién recoge a los niños hoy?”, “¿lavaste mi camisa?”, “¿a cuántas cuotas pago esto?”, “no te
olvides la cita médica”, “este es el nuevo teléfono que quiero”; estas son algunas de las charlas diarias
que se tienen en el hogar, temas de responsabilidades, obligaciones, gustos y agenda, sin embargo,
en la actualidad poco se comunica lo que verdaderamente sentimos.
La madurez de un matrimonio, en temas de comunicación, se evidencia por la facilidad que tiene una
pareja al compartir los sentimientos más íntimos, y eso de entrada no es algo fácil, pues hablar lo que
siento, implica ponerme en una posición vulnerable, darle al otro mi sentir es permitir que otro “tome
el sartén por el mango”, me arriesgo a ser manipulable; de ahí que en el entorno familiar existen
temas tabú: los suegros, presupuesto, clave de las redes sociales, acceso al celular, amistades
antiguas, exnovios, corrección de los hijos, etc., y estos problemas, con el paso del tiempo, no sólo se
intensifican sino que se extienden a otras áreas, afectándolo todo.
Realmente el silencio es un cáncer que en la intimidad del hogar todo lo va consumiendo, pues
cuando una persona se rehúsa a tener una buena comunicación, lo que ocurre es que la otra persona
tiende a negarse también, eso genera un mensaje de rechazo, se alimenta un sentimiento de rabia y
lo que se termina haciendo es que cada uno vive en el aislamiento alimentando un dolor, pero
exteriorizando un mensaje de no dar el brazo a torcer.
Discutir los problemas es la forma de empezar a solucionarlos, pero hay que hacerlo de una manera
significativa que permita que cada uno de los involucrados incremente su capacidad de comprensión
de su pareja y eso se logra aprendiendo a escuchar, a prestar atención, a reconocer que detrás del
sentimiento expresado hay una necesidad no resuelta.
Dentro de la literatura bíblica en el libro de Santiago 1:19 dice: “Por esto, mis amados hermanos,
todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Dios es supremamente
sabio al hacernos esta recomendación, que hoy en el siglo XXI toma mayor vigencia, en primer lugar,
porque si tan sólo pensamos en el diseño físico que tenemos vemos que Dios nos dio 2 oídos y una
boca y seguro el mensaje es que debemos oír el doble de lo que hablamos, pero en segundo lugar, el
punto crítico en el matrimonio es el escuchar, por eso aquí la frase clave es “pronto para oír” que
tiene que ver con el prestar atención a lo que se oye, no se trata solo de guardar silencio esperando el
turno de la defensa, sino estar listo para escuchar, pues un oído abierto es la única señal creíble de
que existe un corazón abierto, sólo ahí demuestro estar interesado por el otro, y aunque sus razones
pueden no ser válidas, su sentimiento sí. El objetivo es hablar, escuchar y comprender.
Hay que arriesgarse a exponer los sentimientos más íntimos, saber expresar los pensamientos
profundos, es ahí donde se construye un amor saludable y una estabilidad emocional. Algunas parejas
abren puertas a un mundo desconocido, con posibles consecuencias trágicas, solo porque buscan una
relación amigable, alguien que los escuche, lo cual es entendible, pero no justificable.
El momento es ahora, la pareja está llamada a madurar emocionalmente; por supuesto que el vivir
cerca implica tener diferencias, pero hay que saber disertarlas, porque si no las mismas nos llevarán al
conflicto.
El gran escritor británico, reconocido por la saga de Las Crónicas de Narnia, Clive Staples Lewis (C.S.
Lewis), en su obra: “Los cuatro amores”, nos da una reflexión interesante de lo que implicar madurar
en el amor: “amar en alguna forma es ser vulnerable. Ame a alguna cosa, y su corazón ciertamente
será torturado y posiblemente sea quebrantado. Si usted quiere estar seguro de mantener el corazón
intacto, no debe darlo a nadie, ni siquiera a un animal. Envuélvalo cuidadosamente con pasatiempos
favoritos y pequeños lujos; evite todos los enredos; enciérrelo con seguridad en el estuche o ataúd de
su egoísmo. Pero en ese ataúd, seguro, oscuro, inmóvil, sin aire, cambiará. No será quebrantado; se
volverá inquebrantable, impenetrable, irredento… El único lugar fuera del cielo donde usted puede
estar perfectamente seguro de todos los peligros… del amor es el infierno”. (C.S Lewis, The Four Loves,
Nueva York, Brace & World, Inc 1960, página 169.
¿De qué temas aún no tiene libertad de hablar con su pareja?, Comuníquelo!
Recomiendo el libro: Sello de amor, Teoterapia matrimonial de la Dra. Lolita Cruz de Chamorro, 1999.
David Coral