El Tribunal Supremo israelí dictaminó este martes, por unanimidad, el fin de la exención militar para los ultraortodoxos, lo que implica que los judíos israelíes ultraortodoxos (haredíes) serán reclutados en el Ejército. Esta medida ha dividido a la sociedad israelí, especialmente desde la guerra en la Franja de Gaza, y pone en una situación delicada al gobierno de Benjamín Netanyahu, ante el riesgo de que los partidos haredíes abandonen la coalición.
La Corte decidió que “no existe base legal para excluir a los hombres ultraortodoxos del reclutamiento“y que si no sirven en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) tampoco deben recibir subvenciones educativas y de asistencia social financiadas con fondos públicos, como ocurre en la actualidad.
“En este momento no existe un marco jurídico que permita distinguir entre los alumnos de la yeshiva y los destinados al servicio militar”, dijo el tribunal. “En consecuencia, el Estado no tiene autoridad para ordenar que se evite de forma general su reclutamiento”.
La exención militar para los judíos ultraortodoxos que estudian a tiempo completo en yeshivot (escuelas talmúdicas) no es una ley, sino una disposición ejecutiva que se ha prorrogado periódicamente desde la creación del Estado de Israel. Sin embargo, varias sentencias judiciales han señalado que esta exención viola el principio de igualdad de la ley básica israelí.
Cabe recordar que los judíos haredíes han estado exentos del servicio militar desde la fundación de Israel. Los judíos ultraortodoxos consideran que el estudio religioso es fundamental para la preservación del judaísmo. Para muchos de ellos, el estudio es tan importante para la defensa de Israel como el ejército.
El fallo no implica el envío inmediato de órdenes de reclutamiento para los aproximadamente 63.000 hombres haredíes elegibles, lo que equivale a cinco divisiones militares, sino que sugiere un proceso gradual, comenzando con 3.000 nuevos reclutas ultraortodoxos. No se especifican los detalles sobre cómo se implementará esta medida.
Ni Netanyahu ni el gobierno se han pronunciado formalmente, pero sí su partido, el Likud, que sugirió intereses políticos detrás del fallo del Supremo, que “durante 76 años se abstuvo de forzar el reclutamiento de estudiantes de yeshivot“.
Se destaca que los dos partidos ultraortodoxos -Shas y Judaísmo Unido de la Torá (JUT), se oponen al reclutamiento de los jóvenes estudiosos de la Torá y han amenazado con abandonar la actual coalición de gobierno si la medida entra en vigor, poniendo en peligro su supervivencia porque aportan 18 escaños vitales.
Además el líder de Shas, Aryeh Deri, estrecho aliado de Netanyahu, afirmó en tono desafiante que: “no hay poder en el mundo que impida al pueblo de Israel estudiar la Torá y cualquiera quien lo intentó en el pasado, fracasó estrepitosamente“. “Ninguna sentencia arbitraria abolirá la comunidad de eruditos en la tierra de Israel“.
El líder de JUT y ministro de Vivienda, Yitzhak Goldknopf, calificó la decisión de “esperada y desafortunada“ y recordó que el Estado de Israel nació como “un hogar para el pueblo judío, con la Torá como piedra angular“.
“Nunca ha habido un fallo del Supremo a favor de los estudiantes de yeshivá y en interés de los ultraortodoxos. No hay un solo juez que entienda el valor del estudio de la Torá y su contribución al pueblo de Israel“, afirmó el co-líder de JUT, el rabino y diputado Moshe Gafni.
Paola Martínez Burgos