La activista iraní Narges Mohammadi, actualmente encarcelada en su país, criticó este domingo el “régimen religioso tiránico y misógino” de Irán en un discurso leído por sus hijos, quienes aceptaron el prestigioso Premio Nobel de la Paz en su nombre en Oslo.
Narges Mohammadi es una periodista iraní y gran defensora de los derechos humanos. Ha estado activamente involucrada en la promoción de los derechos de las mujeres, los derechos civiles y políticos, así como en la lucha contra la pena de muerte.
Mohammadi ha enfrentado varias detenciones y persecuciones por parte de las autoridades iraníes debido a su activismo. Fue la vicepresidenta del Centro de Defensores de Derechos Humanos de Irán y la portavoz del Centro de Prevención de la Pena de Muerte. También fue la directora adjunta del Centro de Derechos Humanos de Defensores.
En 2016, fue condenada a 16 años de prisión por cargos relacionados con su activismo. Su condena fue ampliamente criticada por organizaciones de derechos humanos y la comunidad internacional. Está encarcelada desde 2021 en la prisión de Evin en Teherán, por lo que no pudo recibir el galardón en persona.
Sus mellizos de 17 años, Ali y Kiana, vestidos de negro, aceptaron el premio durante la ceremonia en el ayuntamiento de la capital de Noruega y leyeron un discurso que logró transmitir desde la cárcel.
En el discurso, el cual fue leído ante la familia real noruega, la activista describió una República Islámica “esencialmente ajena a su ‘pueblo'”, denunciando la represión, el sometimiento del sistema judicial, la propaganda y la censura, el nepotismo y la corrupción.
“Soy una mujer de Oriente Medio, de una región que, aunque es heredera de una rica civilización, se encuentra actualmente atrapada en la guerra y presa de las llamas del terrorismo y el extremismo”, decía en su escrito “detrás de los altos y fríos muros de una prisión”.
“Soy una mujer iraní que se siente orgullosa y honrada de contribuir a esta civilización, que hoy es víctima de la opresión de un régimen religioso tiránico y misógino”, añadió, instando a la comunidad internacional a hacer más por los derechos humanos.
“Con esperanza y entusiasmo, y junto a las mujeres y hombres resistentes y valientes de Irán, tiendo mi mano a todas las fuerzas, movimientos e individuos que se centran en la paz, en el pacto mundial de los derechos humanos y en la democracia. Confío en que la luz de la libertad y la justicia brillarán con fuerza en la tierra de Irán. En ese momento, celebraremos la victoria de la democracia y los derechos humanos sobre la tiranía y el autoritarismo, y el himno del triunfo del pueblo en las calles de Irán resonará en todo el mundo”.
Al tiempo que Oslo celebraba su premio, Mohammadi inició una huelga de hambre en solidaridad con la comunidad bahaí, la mayor minoría religiosa de Irán, que afirma estar discriminada en muchos ámbitos de la sociedad.
La iraní es la quinta galardonada en los más de cien años de historia del Premio Nobel de la Paz que recibe el premio estando privada de su libertad, después del alemán Carl von Ossietzky, la birmana Aung San Suu Kyi, el chino Liu Xiaobo y el bielorruso Ales Bialiatski.
Mohammadi ha sido enfática en su protesta contra el uso obligatorio del velo para las mujeres y la pena de muerte en Irán, por lo que ha sido detenida y condenada en numerosas ocasiones en las últimas décadas. Sus dos hijos están exiliados en Francia desde 2015 y hace más de ocho años que no ven a su madre. Ninguno de los dos sabe si volverán a verla con vida.
Paola Martínez