La primera vuelta de las elecciones en Argentina deja un panorama inverso al de las primarias de agosto: decepción en La Libertad Avanza y optimismo en el oficialista Unión por la Patria, que creció más de 2,5 millones de votos respecto a las PASO. Por su parte, Javier Milei apenas sumó 600.000 sufragios a su favor. El gran perdedor de la jornada, al igual que en las elecciones pasadas, fue Juntos por el Cambio, con Patricia Bullrich a la cabeza. Ni siquiera pudo retener a los votantes que el bloque tuvo en la interna. El crecimiento en la participación fue uno de los factores que explica la victoria peronista.
Las urnas volvieron a dar sorpresas en Argentina. Lejos de las previsiones de las encuestadoras -nuevamente-, la victoria de Sergio Massa sobre Javier Milei fue un cimbronazo en la esfera política. Pero dentro de las múltiples aristas, la más prometedora para el candidato oficialista es su notorio crecimiento, la antítesis del estancamiento que vivió el hombre de La Libertad Avanza.
Tomando como referencia el rendimiento que el líder de Unión por la Patria tuvo en las PASO, Massa recogió casi tres millones más de votos. En agosto, agregando los sufragios de su rival de interna Juan Grabois, sumó poco menos de 6,5 millones; una diferencia sustancial respecto a los más de nueve millones que el tigrense tuvo el domingo 22 de octubre.
Su evolución puede explicarse desde un sector: la disminución en la tasa del ausentismo. La concurrencia pasó de 69,62% a 78%, el equivalente a más de dos millones de votos, en estos dos meses.
Otro aspecto es la recuperación peronista en sectores claves del electorado, como la provincia de Buenos Aires, donde obtuvo un millón de votos extra que en las PASO -incluyendo una reelección holgada del gobernador Axel Kicillof-, el noroeste y el sur del territorio, además de mejores desempeños en el centro del país, como en La Pampa y Río Negro.
Durante el trayecto de las primarias a las generales, la campaña de Massa fue sobria y convenció a una porción del padrón a pesar de la situación económica, una virtud opuesta a la de Milei. El libertario ‘rompió’ los manuales tradicionales de política y redobló la fuerza de su discurso extremista en vez de buscar mesura y acercamientos ideológicos hacia el centro.
El anclaje de Milei fue evidente. Después de dar el golpe en las PASO, solamente sumó 700.000 votos. Su rivalidad contra la candidata ideológicamente más cercana, Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), a quien acusó durante la campaña por su pasado en la guerrilla de ‘Montoneros’ en la década de los 70, lo aisló, dejándolo únicamente con su núcleo duro de votantes, un piso y un techo del 30%.
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