Hace algunos años, escuché esta frase: “El suelo no es para ti, estás diseñado para volar como las águilas en las alturas”. Desde ese momento, entendí el plan maravilloso que Dios tiene para cada uno de nosotros. Todos en la vida hemos sufrido fuertes caídas en diferentes áreas.
Algunas caídas fueron en las finanzas, otras en el estudio, y otras caídas fuertes han sido en nuestra vida sentimental o familiar. Pero Dios siempre nos da la capacidad y la oportunidad de levantarnos y seguir adelante… “Somos más que vencedores”.
Esa capacidad para sobreponernos ante las adversidades es conocida como la resiliencia. Es esa cualidad de poder adaptarnos a los cambios estresantes de la vida y “recuperarnos” de los problemas y las dificultades. La resiliencia es una respuesta a la tragedia, a la tristeza, a la enfermedad, a la crisis u otros cambios que en ocasiones llegan de manera inesperada a nuestra vida y que no nos permiten seguir adelante. La orden dada por Dios es levantarnos a pesar de los obstáculos y continuar nuestra marcha hasta llegar a la meta.
Isaías 60:1
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
A pesar del dolor, a pesar de las pérdidas, debemos mostrar resistencia y sacar todas las fuerzas para recuperarnos. Esto requiere un cambio de actitud y mucha fe en Dios. La resiliencia es esa capacidad dada por Dios al corazón humano de sufrir mucho, de soportar situaciones difíciles, pero crecer a partir de la adversidad. Lamentablemente, no todas las personas entienden la vida de esta manera, por eso vemos a muchos que ante un fracaso se rinden y se quedan postrados en la derrota.
Para nosotros, como hijos de Dios, la resiliencia es una norma bíblica, es un estilo de vida, es una herramienta para triunfar. Estamos llamados a seguir siempre hacia adelante, aunque tengamos ciertas limitaciones, aunque en ocasiones nos sintamos cansados o débiles. Dios está con nosotros y la meta nos está esperando.
Filipenses 3:13-14 13
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
La resiliencia tiene grandes enemigos, como son la mediocridad, la pereza, la falta de fe, la falta de constancia, el inmediatismo, etc. Cuando depositamos nuestros anhelos delante de Dios y obedecemos su Palabra, todo va a salir bien. Créelo.
Salmo 37:23-24 23
Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. 24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano.
Con Dios, todo es posible. Vamos a levantarnos y vamos a seguir conquistando nuestros sueños y anhelos. Hoy es el día para elegir confiar en el Señor en lugar de confiar en nuestras fuerzas. Esa es la mejor manera de mantenernos resistentes
Escrito por Édgar Jimes