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Enfrentando la vergüenza

Todos los seres humanos tenemos cosas guardadas en lo más profundo del corazón. Algunas de ellas son bonitos recuerdos de momentos vividos que nos llenan de felicidad al recordarlos. Pero también hay otras cosas guardadas en ese mismo lugar que, al traerlas a la memoria, nos provocan miedo, tristeza, rabia o vergüenza.

Hoy vamos a adentrarnos en aquellas cosas que nos causan vergüenza, entendiendo que esta emoción está directamente relacionada con la imagen que tenemos de nosotros mismos. La vergüenza está vinculada a situaciones que hemos vivido, momentos difíciles y dolorosos que experimentamos voluntariamente o que alguien nos hizo vivir a través de humillaciones, abusos, violaciones, etc. La vergüenza es una emoción adquirida en alguna etapa de nuestra vida.

Sin embargo, Dios, con su amor sobrenatural, nos promete restauración y sanación para que podamos vivir bien, liberándonos de esos recuerdos que nos atormentan y confunden.

“No temas, porque no serás confundida; no te avergüences, porque no serás humillada. Olvidarás la vergüenza de tu juventud y no recordarás el oprobio de tu viudez.”

Isaías 54:4

La vergüenza tiene sus raíces en los juicios, las comparaciones y las humillaciones a las que hemos sido expuestos durante nuestro desarrollo. Como resultado, perdemos la seguridad y la confianza en nosotros mismos, lo que puede llevar a depresión, aislamiento, dudas e inferioridad. Llegamos al punto en el que nos sentimos indignos e incluso la vergüenza puede desarrollar fobia social y rechazo hacia las personas, llevando a algunos tristemente a intentos de suicidio.

La vergüenza es esa incómoda sensación que nos hace sentir mal, que muchas veces nos aplasta debido a algo que hemos hecho, dicho o pensado y que consideramos inapropiado.

Lo primero que Dios hace en nuestro corazón es llenarnos de su amor. Su frase “No temas…” nos brinda seguridad y restaura nuestro sentido de valía.

Lo segundo es alimentar nuestra vida espiritual con la Palabra de Dios. Esto producirá respuestas positivas y restaurará nuestra vida de esos recuerdos traumáticos que nos han detenido y desmotivado. Lo más importante es buscar a Dios, solo así podremos cambiar nuestra forma de enfrentar la vida y encontrar paz en nuestro corazón.

Un tercer aspecto para vencer la vergüenza es buscar ayuda de alguien en quien confiemos y compartir lo que sentimos.

La mejor manera de superar cualquier situación que enfrentemos siempre será recibir la dirección y la ayuda de nuestro Padre Dios.

“Pacientemente esperé a Jehová, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó del pozo de la desesperación, del fango cenagoso. Puso mis pies sobre roca y guió mis pasos.”

Salmo 40:1-2

Escrito por Édgar Jaimes