🌐 ASTROLABIO # 206 - VIERNES, 26 DE MAYO DEL 2023
Así lo ha dicho él mismo, de modo transparente y valiente.
De hecho, la salud mental es uno de los principales problemas de las sociedades liberales.
A diferencia de los Estados autoritarios en los que no puede admitirse que haya angustias, depresiones, o criminales en serie porque socavarían la normalidad, la homogeneidad y la inalterabilidad, las sociedades libres no pueden darse el lujo de ocultar sus fragilidades.
Y, no obstante, la salud mental en las democracias se encuentra resquebrajada, relegada y soslayada.
Por una parte, parece de poca importancia frente a las dolencias que matan masivamente, ostensiblemente, y son dominantes en las estadísticas.
Por otra, quienes padecen trastornos psiquiátricos y son conscientes de ello, ceden ante el estigma y se ensimisman en la negación, presintiendo que si los descubren, serán perseguidos y segregados.
De tal manera, se forma un círculo pernicioso en que los aquejados no demandan la atención que precisan y el sistema prefiere no reconocer los graves conflictos cotidianos que supone una patología no identificada o deficientemente manejada.
Es por tal razón que el alcalde Kahn cobra particular importancia en esta historia.
Tanto él, como el primer ministro del Reino, no son anglosajones, y su integración al sistema social no ha sido exactamente idílica.
Pero al haber llegado a las más altas esferas, la autoridad con que está revestido le facilita ser sociológicamente genuino y revelarse tal como es, desenmascarando así al sistema y descomponiendo sus tabúes.
Al dar la mejor muestra de que las sociedades abiertas y pluralistas pueden encontrar en sus propios dirigentes la apertura necesaria para auscultarse y reinventarse, Kahn ha admitido que padece una suerte de estrés postraumático tras haber sobrevivido al atentado terrorista que golpeó a la ciudad en 2017, pero también porque ha sido víctima de múltiples amenazas contra su vida.
Al advertir que no busca conmiseración alguna, el alcalde se ha convertido a sí mismo en referente e invita al debate esgrimiendo que la salud mental no solo «es frágil» sino que «no se cuida».
En particular, Kahn reitera que «se puede ser musulmán y occidental al mismo tiempo», fustigando con ello a los extremistas que propagan el terror basado en estereotipos, pero, sobre todo, abanderando la idea de que “no debería sentirse miedo a hablar de los problemas mentales».
Puesto que en un país libre lo normal y deseable es el disenso, él denuncia que se halla sometido a «un incremento masivo de odio en las redes sociales» y que eso le ocasiona trastornos importantes que debe ventilar públicamente.
En consecuencia, el alcalde londinense pasa a ser un símbolo del sentimiento libertario, de la lucha contra la discriminación y de las libertades públicas.
Pero, ante todo, Kahn ya es el adalid de la introspección y de la liberación del individuo frente a sus problemas mentales.
Al fin y al cabo, solo puede existir un adecuado sistema de salud preventiva si la persona acepta su vulnerabilidad y sus limitaciones para derrotar de una vez por todas al mito y la culpa que han ido formándose en torno a las disfunciones mentales.
vicentetorrijos.com