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“Dios salve al rey” La coronación de Carlos III hace sonar de nuevo las campanas de la Abadía de Westminster

Una ceremonia con aproximadamente 2.000 invitados, diferente a los más de 8.000 que asistieron a la coronación de la reina Isabel II en 1953, marcada por momentos simbólicos y con la austeridad como premisa principal para esta nueva era de la corona británica. 

En la madrugada de este 6 de mayo inició todo el protocolo que engalana la ceremonia de coronación del rey en Gran Bretaña. Desde el Palacio de Buckingham, partió la comitiva real hacia la Abadía de Westminster. 

Carlos III y la reina consorte Camila partieron hacia la Abadía de Westminster en el carruaje de Estado del Jubileo de Diamante, creado en 2012 por la Reina Isabel II para conmemorar el 60° aniversario de su reinado. 

Al llegar a la Abadía, inició el primer acto denominado procesión del rey y la reina, una procesión en la que el príncipe Jorge, hijo de William y Kate, fue uno de los que llevó la capa de Carlos III. En la procesión ingresaron los elementos simbólicos de la ceremonia: El orbe, el cetro y la corona.

“No vengo a ser servido sino para servir”

Las primeras palabras del rey, quien se dirigió a los cuatro puntos cardinales, símbolo de reconocimiento por el pueblo como “su rey”, juró sobre la Biblia gobernar a los pueblos con justicia y misericordia y defender a las iglesias

Como novedad en esta ceremonia de coronación, el rey rezó en público, como señal de servicio según los principios de Cristo. Una “bendición para todos (…) de toda fe y creencia.”

La liturgia estuvo a cargo de Justin Welby, el 105° Arzobispo de Canterbury. Sobre las 6:00 de la mañana llegó el momento de mayor simbolismo de la ceremonia, el arzobispo impuso la corona de San Eduardo sobre la cabeza ungida del rey, “Dios salve al rey”, el gritó que antecedió a una fanfarria, sonaron las campanas de la abadía y se dispararon salvas de armas.

Quince minutos después la reina consorte fue coronada y recibió sus insignias, la corona que portó es la de la reina María, primera vez en toda la historia de la corona británica que se usa una ya existente para la reina consorte.

El servicio litúrgico finalizó con la sagrada comunión al rey y la reina. Luego se dirigieron a la Capilla de San Eduardo para prepararse y salir a la procesión final. 

A las 7 de la mañana los reyes salieron de la Abadía de Westminster de regreso hacia el Palacio de Buckingham, momento denominado como desfile de coronación.

Una vez en el Palacio, se dirigieron al jardín para saludar a las tropas británicas, luego de esto, la familia real saludó al pueblo británico desde el balcón del Palacio, momento final de toda una ceremonia que, después de varias horas, marcó el inicio de una nueva era para el Reino Unido. 

Laura Marcela Ruiz Rangel