Personería alertó sobre alta concentración de delitos en cuatro sectores de la capital
4 mayo, 2023
Inflación en Colombia bajó: en abril bajó al 12,82% anual
5 mayo, 2023

El presidente Petro sabe que la izquierda continental está acéfala de un liderazgo funcional.

 ASTROLABIO # 203 / VIE 05 MAYO 2023

Eso se debe, por una parte, a que Lula da Silva y López Obrador tienen un natural desgaste biológico, ya tuvieron su momento, o van en camino de salida.  

Y por otra, a que Gabriel Boric es demasiado prematuro : no cuenta con un aparato partidista suficientemente sólido y la inestabilidad interna en que vive es altamente demandante y recuerda a la de Salvador Allende.

Así las cosas, Petro ha ido entendiendo que puede llenar ese vacío y que, hacerlo, no solo le resulta necesario para liberar la presión interna que tanto lo agobia sino que le será rentable.

Para lograrlo, solo tiene dos vías : la pendencia y la acritud, tipo Hugo Chávez ; o el diálogo y la convergencia, o sea, una especie de modelo Lula actualizado para convertirse en multimediador efectivo.

Y, al parecer, ha comprendido que esta última ruta puede ser la más productiva. 

En la práctica, eso significa que, para mediar, tendrá que gozar de la aceptación  y la participación entusiasta de EEUU y de Venezuela, en tanto ellos han sido la expresión más visible del antagonismo hemisférico.

Para Washington, como potencia preponderante pero apoplética, el modelo de aproximación resulta atractivo aunque Maduro mantenga relaciones fluídas con Rusia, su contendor imperial.

Biden no puede darse el lujo de seguir perdiendo influencia en América Latina, así que lograr un clima de relativa estabilidad y equilibrio en un hemisferio que actualmente se halla dominado por la izquierda le garantiza acceso a recursos escasos y manejo compartido de agendas sensibles.

Por su parte, Caracas razona de manera parecida y, como sucede también con Bogotá, ellas dos, al unísono, pueden ejecutar aquello que hemos llamado “diplomacia pendular, u oscilatoria”, es decir, una política exterior orientada a obtener los mejores beneficios de “ambos mundos”, el de EEUU y el de la alianza sinorrusa.

En concreto, Maduro tendría que comprometerse a desarrollar una agenda electoral supervisada, algo que no le resultará muy agobiante no solo porque lidera un bloque monolítico de poder sino porque enfrenta a una ‘oposición Frankenstein’, esto es, una verdadera colcha de retazos en la que algunos sectores podrían estar, paradójicamente, a su servicio, legitimándolo en Miraflores a cambio de ciertas recompensas.

Por cumplir esa tarea, fácil y ajustable, él podría recibir sendos beneficios como la dilución de las investigaciones en su contra tanto en EEUU como en la CPI.

Pero, también, el levantamiento progresivo de sanciones, convirtiendo así a la Casa Blanca en un socio importante para reactivar sus industrias mediante cooperación multifuncional, es decir, aquella que no lo subordine exclusivamente a los apoyos procedentes de Moscú, Pekín o Teherán.

Por último, Petro, en particular, no solo lograría atraer e involucrar directamente a Washington y Caracas a su proyecto fundamental de “Paz Total” sino que perfeccionaría su gobernabilidad sin tener que radicalizarse toscamente.

Por ende, mejoraría sus perspectivas electorales territoriales al tiempo que ( bajo criterios de eficiencia y no solo de oratoria )

reforzaría su coalición de cara al 2026.

Pero, esencialmente, y como ya se dijo antes, contaría con la aquiescencia de Washington para seguir siendo Aliado Estratégico de la OTAN mientras desarrolla proyectos de inversión y cooperación con Pekín y con Moscú, liderando así a los No Alineados y convirtiéndose en el líder de una izquierda que por ahora se encuentra paralizada y empañada a pesar de contar con el poder.

 

vicentetorrijos.com