¿Quién no ha salido herido por las acciones o las palabras de otra persona?
Tal vez uno de tus padres te criticó constantemente cuando crecías, un colega saboteó uno de tus proyectos, tu pareja te engañó, tu mejor amigo te traicionó o quizás tuviste una experiencia traumática tal como un abuso físico o emocional a manos de una persona en quien confiabas.
Estas heridas pueden dejarte con sentimientos duraderos de enojo y amargura; probablemente con deseos de venganza.El perdón es la esterilización del alma, la limpieza de la mente y la liberación del corazón.
Perdonar no es una opción, perdonar es mandatorio, ya que quien no perdona no tiene paz en el alma, ni comunión con Dios. Perdonar es imperativo, es un mandamiento divino, es una decisión, es un proceso,
El mandato principal es el amor, y en ello la Biblia es clara cuando nos dice en Mateo 5:44:
“Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
Investigaciones realizadas en la Universidad de Stanford, demuestran que aprender a perdonar mejora nuestro bienestar físico y emocional. Según estos estudios, seguir cultivando el rencor dentro de nosotros mismos obstaculiza nuestro desarrollo personal y profesional, nos conduce a tomar decisiones desacertadas y hace que nuestro cuerpo libere sustancias químicas asociadas con el estrés, que tienen un efecto negativo sobre la salud.
Recomiendo leer el libro ‘Entre el conflicto y la salud’ del Doctor Néstor Chamorro, ya que para sanar hay que perdonar.
Escrito por : Jaime Dueñas.